En uno de los sobres de azúcar que nos sirvieron en la venta donde desayunamos, aparecía esta frase. Ya Serrat hablaba de "aquellas pequeñas cosas", pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas, guardadas en un papel, en un rincón o en un cajón... Esas cosas que no dimos importancia cuando se debía y luego las recordamos con cariño. La vida está llena de momentos, de pequeños gestos, de abrazos, abrazos vetados durante más de dos años, y que poco a poco iremos incorporando a nuestro día a día. Estos pequeños momentos engrandece a quien los protagoniza y también nos hace grandes cuando en un camino de la sierra, en un sendero cualquiera, comprobamos cómo el campo tiene vida, cómo florece cuando llega su tiempo, o simplemente escuchamos cantar a los pájaros y vemos que de una grieta de la roca brota agua que crea los arroyos, agua que da la vida a los que habitan esa tierra y que nos ayuda a apreciar esas cositas que hacen que la vida merezca la pena vivirla, Momentos que a veces pasan desapercibidos, no se le presta la atención debida o sencillamente las guardamos en un cajón o en un rincón de nuestra memoria.
Y como recordar algo es vivirlo dos veces, comenzamos a ilustrar la publicación con el perfil técnico y comentarios con fotos sobre la ruta del Tajo del Abanico.
Ruta de dificultad fácil, con algunas pendientes, de 11 kmtrs aproximado, aunque recorrimos un par de ellos más hasta llegar de vuelta a la estación de autobuses.
En esta ocasión, han sido Rafa Flores y Patro, ( de Rf Natura ) quienes nos acompañan durante la ruta.
La salida la hacemos desde el barrio de San Francisco, de Ronda
El camino comienza con un paisaje de olivos, que más adelante se transformará en un paisaje de encinas y quejigos. Una amplia gama de flores tanto en el carril como en la llanura nos sorprende con sus vistosos colores. Esto, junto con el trinar de los pájaros y la corriente de los arroyos nos presenta una bonita estampa con encanto a nuestros ojos.
A poca distancia del comienzo, ya observamos los impresionantes cortados que vamos dejando a nuestra izquierda, hasta llegar al Tajo del Abanico y la cueva del mismo nombre, que se encuentran en un cañón fluvial que los arroyos han ido horadando
Preciosa introducción
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