31 de octubre de 2010

Pujerra en el Valle del Genal

     El Valle del Alto del Genal forma parte del patrimonio natural malagueño, este paraje constituye uno de los enclaves más hermoso y atractivo del sur peninsular dentro de la Serranía de Ronda, una de las pocas zonas que conserva bastantes lugares casi vírgenes.

     Días antes mi compañera Guillén y yo veíamos un cartel que anunciaba la Feria de la Castaña en Pujerra, nos picó la curiosidad ya que nunca habíamos escuchado el nombre de dicha localidad, y como quien no dice la cosa pensamos que sería interesante visitar el pueblo.

     Después de contactar con varios amigos/as pusimos rumbo hacia la provincia de Málaga, las predicciones meteorológicas no eran buenas, pero tras consultar varias páginas del tiempo en internet, escuchar las noticias en la tele y en la radio y hablar con el cuerpo de la Guardia Civil de la zona, la propuesta seguía en marcha.



     Salíamos de Rota con el cielo despejado, y con una hora más de sueño ya que por la madrugada nos cambiaron al horario de invierno, la mañana se presentaba muy buena, durante nuestro trayecto en coche disfrutamos de un amanecer maravilloso, sobre las 9:30 h. estábamos ya en el cruce de Zahara de la Sierra para desayunar, el frío en estas latitudes y el fuerte viento nos helaban los rostros, corrimos al bar para calentarnos el cuerpo y la tripa.



     Tras el desayuno continuamos el viaje, atrás dejábamos la Sierra de Lagarín y una tupida vegetación de matorral nos daba entrada al hermoso Valle del Genal.



     Para llegar a Pujerra debimos atravesar Igualeja, aquí está el manantial conocido como el “Nacimiento del Río Genal”, constituye la tercera surgencia en importancia del acuífero Yunquera-Sierras de las Nieves, realmente el río nace en la Sierra de Igualeja como río Seco y muda el nombre de río Genal cuando llega a esta localidad.


      En este paraje el agua mana de una oquedad triangular de un escarpado macizo calizo, cuando las lluvias alimentan el manantial subterráneo, el agua brota a borbotones, formando lo que se conoce en el valle como “reventar los veneros”, hasta fechas recientes lo lugareños han utilizado las aguas del manantial para cocinar o lavar, hoy en día sigue siendo un entorno privilegiado que define la identidad de este pequeño pueblo.


     Tras un pequeño puente que salva el río Seco un espectacular colorido se abre antes nuestros ojos, el otoño viste de bellos colores la extensa vega, los amarillo, ocres y verdes son la paleta de tonalidades que ha elegido la naturaleza para embellecer el lugar.



Detalle de la hoja del Castaño

      Chispeaba cuando entrabamos en Pujerra, un hermoso pueblo blanco que guarda en la memoria su pasado andalusí, de calles estrechas y de trazado sumamente irregular.


     Un recordatorio en azulejos nos dice que gracias a la aportación de una anciana del lugar el fandango se canta en las fiestas de la recolección de la aceituna que se celebra el domingo de Resurrección y dice así, sin embargo no dice nada del nombre de esta encantadora mujer.

Que la nieve en el barranco,
eres más bonita niña,
que la nieve en el barranco,
que la rosa en el rosal,
que la azucena en el campo.

Una vez yo bien te quise,
me olvidaste, te olvidé,
una vez yo bien te quise,
zapato que yo desecho,
no me lo vuelvo a poner.

En la raya de tu pelo,
esta la luna parada,
en la raya de tu pelo…
si no la deja salir,
la hermosura de tu cara.


     La mayoría de las viviendas son de mampostería con fachadas encaladas y tejas árabes, en algunas, se ven incrustados unos ladrillos con el monograma de Cristo, compuesto con letras griegas, iniciales del nombre “Yesous Christos” que marcaban las sepulturas de los cristianos y cuya fecha corresponde al S.II.



     Los pequeños puestos ubicados en la calle principal del Ayuntamiento abrían sus puertas, la gente se iba congregando en la plaza de la Iglesia Parroquial del Espíritu Santo, la Panda de Verdiales de Parauta comenzaba a ambientar la velada, el Alcalde Juan Canca Herrera dirigía al grupo, este señor no es que sea el magistrado del pueblo, sino que así es como se denomina al regidor del grupo.




     Se desconoce los orígenes de los verdiales, hay opiniones e historiadores que no se aclaran con la procedencia de esta manifestación milenaria festiva, hay quien dice que es de antes del mismo cante flamenco, o de antes del imperio romano o del cristiano, en fin yo diría que es nativa de las humildes clases campesinas que durante siglos se ha ido transmitiendo de padres a hijos como inaudible tradición.


Panda de Verdiales de Parauta


     Tradicionalmente los Verdiales no se han caracterizado por ninguna indumentaria típica, a excepción del gorro de flores, adornados con un sinfín de lazos coloreados, desde la antigüedad las pandas se han caracterizado por la humilde vestimenta del campesino, camisa blanca, fajín rojo, pantalón o falda oscura, sin embargo en la actualidad esta gama de colores han ido evolucionando.



Juan Canca Herrera, Alcalde de la Panda

     Entre luchas y revezos que es como se denomina los cantes de Verdiales nos llevamos un buen rato, luego pasamos al interior de la iglesia aprovechando de que estaba abierta, la imagen de la Virgen de Fátima aún permanecía en las esparriuelas, ayer la sacaron en procesión, una bella escultura iluminada por la luz de la lucerna.


     Poco después callejeamos para visitar el pueblo, bajamos hasta el Mirador de la Cruz, impresionantes vistas hacia la Serranía de Ronda y hacia la Sierras de las Nieves, la cruz aún permanecía envuelta en plástico mallado, deducimos que en la fiesta de mayo habría estado cubierta de hermosas flores, en aquel momento la primera impresión fue que aquella envoltura le afeaba bastante, nos venía a la memoria las cruces del Ku Klux Klan.




     Pero olvidándonos de este episodio lamentable de la historia nos dispusimos a fotografiar con nuestras cámaras las impresionantes vistas que el balcón natural nos ofrecía, una inclinada cuesta nos lleva a una pequeña plaza, un infernillo con una perola llena de carne llama nuestra atención, entramos en un pequeño Bar llamado “Echate Pa´lla”, el nombre le venía de perilla, bueno era hora de probar el mosto de la tierra, de la uva de garnacha, menuda copa nos puso Paco, alguna que no está acostumbrada a beber se le movía las paredes al salir.




      Tras la divertida situación y como teníamos todo el día decidimos pasear por los castañares, no sin antes habernos despedido de Cristina, Eusebio y Sasha, una pareja de Arcos de la Frontera que venía acompañada de su perra labradora, estaban realizando el sendero de Parauta-Cartajima-Júzcar, pero se equivocaron en el cruce y llegaron a Pujerra y coincidieron con nosotros en la plaza, casualidades de la vida.

Observar que buen modelo es Sasha, ni pestañeaba.

     Saliendo del pueblo hacia el bosque tropezamos con el busto del Rey Wamba, una leyenda rodea a este personaje, cuentan que al quedar vacante el trono visigodo, fue elegido para ocuparlo el tal Capilla Wamba, esté vivía en Pujerra dedicado a sus tierras de labranza, una comitiva quiso coronarlo buscándolo por toda la Sierra hasta que lo encontraron arando las tierras del molino, esté se resistío a ser coronado excusándose con su avanzada edad y su poca cultura, finalmente dejo la cuestión a la voluntad divina y dijo “Cuando esta aguijada que tengo en la mano florezca seré rey de España”, al hundir el palo en la tierra, esté  inmediatamente se llenó de hojas y flores, ante este prodigio tuvo que aceptar la corona.


Campanario de la Iglesia de Espiritu Santo

     Bueno después de la lección de historia subimos el pueblo para entrar en el bosque de castaños, quedábamos impresionados con los enormes ejemplares existentes en la zona, algunos centenarios, interviniendo en este cuento de hadas íbamos adentrándonos en el castañar, el paisaje mostraba una hermosura indescriptible cuando las hojas de los castaños adoptan innumerables tonalidades, las fotos hablan por sí solas.



Un mensaje para Gerardo - La Coruña, de parte de Gil "Para que te Empapes"

     El follaje es simplemente espectacular y las cáscaras caídas de las castañas se asemejan a un ejército de diminutos y simpáticos erizos, marrones rojizos, amarillos verdosos y naranjas. No es de extrañar que los poetas hayan escritos tantas veces sobre el otoño en el bosque, el reencuentro con la naturaleza viva nos enseña la vida y la cultura de estos pueblos serranos, y sobre todo, nos acerca a un paraíso con el que todos hemos soñado.




   
     Mientras caminábamos aprovechábamos para llenarnos los bolsillo de tan delicioso fruto, el hambre nos azuzaba ya hacía rato, con eso del cambio de hora algunos ya desesperaban por trincar una tapa del perol de garbanzos que guisaban en la plaza.




Cogoma - Amanita Mairei


     Tras nuestra breve caminata regresamos al pueblo, pero cuando llegamos ya se habían comido todo lo que supuestamente repartieron gratuitamente en dicho evento, bueno, si vacilar nos dirigimos a buscar el perol de pollo de esta mañana, sentados de nuevo en la pequeña plaza del Bar “Echate Pa´lla” y después de secar el inmobiliario, pedimos a la camarera nuestro almuerzo.



     “Patri” que así la llamaba la dueña del bar con voz de mando por la pequeña ventanilla de la cocina nos tomó nota, simpática zagala, mientras nos traía cada media hora un platos, frío por cierto e insípido, comenzaba de nuevo a llover, sin duda fueron los momentos más divertido de la jornada, nos reíamos de lo lindo, la gente desapareció de golpe refugiándose del agua, pero nosotros manteníamos la postura, cubriéndonos con los paraguas y chubasqueros no nos movíamos del lugar.


      En mitad de la lluvia seguíamos riéndonos, pero no parábamos de comer, anécdotas como que nuestra amiga Guillén metió el codo en pleno plato de pollo, o que Rosita parecía una rusa con aquel abrigo, o que Carmen se trochaba bajo el chubasquero, o que el agua que se deslizaba por los paraguas caía en los platos de comida y en la bebida, o que el resto del personal que andaba resguardado reían de nuestra situación, o que las mochilas que andaban tiradas en el suelo nadaban en agua, pero nos manteníamos firmes y nosotros terminamos de comer, a partir de aquel momento habíamos inventado “El romántico almuerzo bajo la lluvia”.




     El almuerzo no nos gustó en absoluto, pero cuando el hambre aprieta todo vale, el personal del Bar no estaba preparado para la masificación de personas que llegan de otros pueblos a la Fiesta de la Castaña, pero si os comentare que no olvidaremos los momentos divertidos que pasamos, alguna hoy le duele la garganta.



      Bueno tras pedir la cuenta y como el resto del día se presentaba lluvioso decidimos dar por terminada nuestra visita a Pujerra, maravilloso pueblo, de nuevo en carretera y con el frío en los huesos regresábamos a Rota, los alcornoques nos presentaba su lado más desnudo y un arcoíris nos despedía del hermoso Valle del Genal, poco después parábamos en el cruce de Algodonales a tomar algo calentito.


     Y el ocaso se ponía mientras llegábamos a nuestro destino, gracias compañeros por una jornada estupenda, hasta la próxima.